Acerca de la dolarización formal
de la economía venezolana, y apartando aquellos temas de beneficios y
desventajas que los grande gurús y venerables maestros de la ciencia económica
ya han debatido a la saciedad en cuanta plataforma y escenario relacionado
existe en el país. Existe algunos aspectos que no se mencionan, pero que por
simples y elementales no debe dejarse de lado. Me refiero por solo mencionar
uno, a las remesas de reposición.
En todo caso los billetes en mayor medida y las monedas están sujetos al deterioro natural por el uso de los mismos, al fin y al cabo en la mayoría de los casos los billetes están hechos con papel de algodón. Estos billetes deteriorados son remesados periódicamente por la banca al Banco Central quien a su vez sustituye los mismos destruyendo los especímenes deteriorados. En Ecuador con el Manual de Procedimientos, Envió y Canje de Billetes Dólares Mutilados y Deteriorados, aprobado por el Banco Central de Ecuador el 3 de diciembre de 2002, se establece por ley que el Banco Central de Ecuador retira los billetes deteriorados que considere según su juicio, remesando los mismos a la Reserva Federal y estos a su vez efectúan el canje pertinente.
Como quieren que el país sea formalmente dolarizado, se requerirá de un acuerdo entre el BCV y la Reserva Federal, como en el caso de Ecuador con el manual mencionado. Ahora bien la pregunta que cabe aquí, ¿negociaría el gobierno de los Estados Unidos un acuerdo similar con el gobierno de un país cuyos varios de sus máximos jerarcas una de sus principales agencias federales de justicia ofrece recompensas que suman más de los 30 millones de dólares?
Se ve poco factibles un cambio drástico de las directrices de la nueva administración norteamericana con respeto a Venezuela, pues si no cambiaron las políticas de Trump con respecto al Sahara Occidental colocando a España, aliado suyo en la OTAN, en serias dificultades con Marruecos y sus repercusiones en Ceuta y Melilla. ¿Lo harían por Maduro?
Por otro lado resulta poco creíble que la solución a la severa crisis hiperinflacionaria, pueda surgir de quienes durante las últimas dos décadas, y a la voz de: “¡EXPRÓPIESE!” acompañaron al intergaláctico a destruir la economía nacional, y hoy se niegan a reconocer su pertinaz incapacidad de resolverla y dejar el camino a quien queriendo pueda hacerlo.
La solución al problema de hiperinflación en esta y en cualquier economía del mundo, pasa necesariamente por un cambio radical de las políticas económicas que las causaron, para que estas tengan efecto estas nuevas políticas deben ser capaz de generar en el publico la confianza necesaria para este vuelva a creer en la moneda nacional o extranjera como instrumento de cambio. Sin esa confianza de arranque cualquier medida que se tome seria en el mejor de los casos escasa. Y como se ven las cosas el venezolano no cree realmente que aquellos que crearon están situación sean capaces de solventarla.
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