En días recientes mi hija me
pregunto el significado de la palabra “idiota”, preguntaba si era o no una mala
palabra, le conteste que aun cuando la palabra no es una mala palabra, como
habitualmente conocemos si se constituye en un insulto. Esto me dejo pensando sobre el origen de la
palabra, realice una breve investigación acerca del origen etimológico de
“idiota”, encontrando que proviene del griego idiotes (privado de habilidad) y este de idios (privado).
El termino idios e idiotes, eran usados por los antiguos griegos para designar a una persona, que siendo ciudadano con todos los privilegios que ello implicaba en las cerradas sociedades griegas, se ocupaba de solo de sus asuntos privados y descuidaba los asuntos públicos, en especial los políticos. Es decir un ciudadano que pese a tener los derechos de participación política no hacía uso de los mismos y se concentraba únicamente en sus asuntos y negocios.
A razón de los tiempos actuales el idiotes de la antigua Grecia podemos referirnos a los denominados apolíticos, siendo estos todos aquellos ciudadanos que por diversas causas no muestran ningún interés en la participación política. Esto puede verse reflejado desde la cada vez menor militancia de los partidos políticos, hasta las abstenciones electorales que solo entre los años 1993 – 2000 tuvo una media del 40% según datos del CNE. Aun cuando la participación ciudadana en los asuntos políticos es cosa de elección y no representa a diferencia de la antigua Grecia un estigma social negativo, trae consecuencias nocivas para sus practicantes y para aquellos que no.
En este sentido la política tiene un parecido a la ley de los fluidos; cuando se vacía un recipiente, este se llena con aire, sino la estructura colapsa y se contrae. Así en política, los espacios que son abandonados por los ciudadanos de bien, serán ocupados por otros; siempre menos capaces e idóneos, e incluso por aquellos que dudaríamos dejar cerca de nuestras billeteras.
No faltaran aquellos que esgrimen sus razones para su apoliticidad en la vieja y trillada frase “la política es sucia”. La política es una ciencia que tarta de la formación del gobierno y la organización social, y esta tendrá por si las mismas características de quienes participan en ella. La política no es sucia porque si, lo será si los que la hacen lo son. De allí que al ciudadano decente y honrado declararse apolítico y abstencionista para colmo de males, deja el campo abierto a toda un suerte de inmorales y amorales personajes que viendo la ocasión, toman el control de la organizaciones del Estado para su propios beneficios, incluso los elementos más bajos de una sociedad como delincuentes y bandidos de oficio pueden lograr llegar a esos espacios. Como hemos observando en Venezuela durante los últimos años.
La participación en los asuntos públicos de los decentes ciudadanos que abandonen su posición de idiotes, puede una vez superada esta oscura etapa de nuestra historia impedir se repita.
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