Durante casi dos décadas, Hugo Chávez
levanto las banderas del socialismo, un socialismo hasta entonces olvidado en
los estantes de los libros y en la memoria de los tiempos, más aún luego de la estrepitosa
caída del bloque soviético emblematizado en la caída del muro del Berlín. Se les
ofreció a los venezolanos la destrucción de las estructuras del modelo
capitalista y la construcción de un nuevo modelo de producción socialista, cuyo
centro seria el nuevo Hombre. En esto Chávez, fue un campeón; vendiendo las
ideas ya caducas y desacreditadas del marxismo utópico y en destruir las estructuras
del modelo productivo establecido en Venezuela, lo primero lo hizo con magistral
profesionalismo, lo que la incipiente burguesía criolla tardo más de ochenta
años en construir a él solo le tomo escasos diez en destruir.
Iniciado en el año 2007 las
políticas de expropiación de la empresa llamadas por el estratégicas dieron
inicio a una cadena indetenible de expropiaciones y nacionalización que
incluyeron siderúrgicas, empresa mineras, transportistas, empresa productoras de
papel, bancos e incluso supermercados, sin olvidar fincas y granjas avícolas y
flotas pesqueras, nada estaba fueran de las mira del huracán de las
expropiaciones, y aquellas que no lo fueron, fueron víctimas de la mayor red de
controles que puedan tejerse y tenderse sobre economía alguna; controles de
precios y de producción, incluso los canales de distribución fueron
intervenidos, ya no será a la relación mayorista – detallista quien determinada
los mercados, sería el dedo todopoderoso del Estado quien desidia los comercias
que sería abastecidos por los productores.
En lo que, si fueron totalmente
incompetentes, fue en su segunda oferta política; el levantamiento del nuevo
modelo productivo: el modelo socialista del siglo XXI. Esta oferta solo quedo
en planes y proyectos y discursos, a lo mucho, en la pomposa ceremonia de instalación
de la primera piedra de la futura planta procesadora de esto o de aquello (póngale
Ud. el nombre que quiera). Hubo algo que no tomaron en cuenta los especialistas
ideólogos del chavismo, incluso el llamado gigante de América, no tomo en
cuanta que la economía funciona como el cuerpo humano, el negar que se padece una
enfermedad, incluso el reconocerla, pero sin tomar las medicinas necesarias,
solo hará que la misma se agrave. De esta madera al verse imposibilitado por la
impericia en la ejecución de la construcción del modelo de producción socialista,
o simplemente porque tal modelo solo existe en su inimaginable imaginación, se
vieron en la necesitad de recurrir a la economía de importación, esto se vio
favorecido los vertiginosos precios alcanzados por los precios del petróleo, lo
que fortaleció su imagen e gobernante protector del pueblo frente a la barbarie
del capitalismo salvaje.
Pero otra vez fallaron los
ideólogos chavistas, os cuales conocen muy bien cómo funciona la mente
humana y el marketing, pero desconocen completamente cómo funciona la economía,
y como nada es para siempre, todos crecimientos de precio, y en particular de
las materias primas nunca son para siempre por más largo que sea el ciclo de
incremento, estos terminaron cayendo tan rápido como habían subido, colocando
la política importadora en serios problemas. Y como ahora ya no existe el escuálido
aparato capitalista burgués de la cuarta república, ya no existen productos
locales que colocar en los mercados, y tampoco existen dólares en las arcas del
Estado por la importación a los precios de los mercados internacionales, para ofrecerlos
a los venezolanos para ser adquiridos con sus devaluados bolívares.
A todo esto, debemos añadir que
por veinte años el régimen chavista se encargó de estimular el consumo de la
población, amparados en las políticas de subsidios directos del consumo,
otorgando bonos, becas y estimulando el crédito al consumo a través de la banca
del estado. Esto incremento la cantidad de dinero en manos de la población
(conocida como masa monetaria) lo cual, sin el debido estímulo a la producción,
por el contrario, recuerde que se había ofrecido la destrucción del mismo, se
dio a la tarea de adquirir los bienes y servicios importados. Esto fue el caldo
de cultivo a la una creciente inflación ya se dio desatada con el desplome de los
precios petroleros, ya no existía por parte del Estado los dólares para
importar todos lo requerimiento del venezolano.
Hoy día en régimen se ha decidido
por la política de los ojos ciegos; si bien en papel y discurso mantiene los
controles de precios y sobre las estructuras de costos de la empresa, mantiene
controlado el mercado de divisas y los demás mercados como el mercado de
crédito. Hace caso omiso de los precios reales que se manejan en el mercado; así
tenemos que se comercializan los productos importados, con escasos o ningún
control aduanero o normas sanitarias, a precios internacionales, por ejemplo,
al día de hoy un kilo de arroz se vende en el mercado municipal de Puerto La
Cruz a Bs. 8.000,00 lo cual significa que si consideramos la última cotización
oficial de dólar (según la web del BCV) de 6.738,00 Bs/USD serian 1,18 dólares
el kilo de arroz. El problema no sería mayor si el salario estuviera en la
misma cotización, pues con un salario mínimo en Bs. 48.000,00 mensuales serian 7.12
dólares mensuales. A diferencia del
mercado laboral de los países capitalistas explotadores del ser humano, donde
un trabajador no calificado devenga 8 dólares la hora (es decir tendría que
solo trabajar menos de un minuto para compra un kilo de arroz) el obrero
venezolano con un mes completo de trabajo apenas compraría 6 kilos.
De esta manera la ejecución de la
promesa del gigante Chávez de destruir el sistema capitalista salvaje y
levantar el nuevo modelo productivo socialista con el hombre como epicentro y
meta del sistema, solo ha dado paso a la más voraz y perverso sistema de
explotación del ser humano donde se comercializan el hambre y las miserias del
mismo hombre que su proyecto de marketing político anuncio que salvaría.