Las recientes manifestaciones en
los Estados Unidos a raíz del asesinato de George Floyd, ha permitido mostrar, un sentimiento que hasta ahora se había mantenido
oculto dentro de la sociedad americana; el
antisemitismo.
No estuvieron las manifestaciones exentas de eslogan antisemitas, los cuales se habían ya mostrado en las protestas que exigían el fin de las restricciones por la cuarentena, donde acusaban a los judíos de ser los causantes de la pandemia de Covid-19. Ahora, como toda causa noble o no, sirve para acusar a los judíos de ser su patrocinador, ya se levantan las voces que se atreven denunciar que la policía de Minneapolis aprendió de policías israelís el método de inmovilización de rodilla en el cuello.
Como siempre los políticos de la nueva izquierda americana, representada en su icono legendario: el vetusto Sander, y apoyado por sus más recientes acólitos Baiden y Ocasio-Cortes, para quienes los límites morales son bastante amplios a la hora de lograr sus intereses políticos, utilizan la imagen de Floyd para su propios fines; socavar la imagen pública del gobierno de Trump y para avivar sus propias pretensiones electorales de cara a Noviembre.
Por otra parte vienen las viejas y relamidas acusaciones infundadas en los Protocolos de Sión, ya saben aquello del dominio mundial de los judíos atreves de logias iluminatis y bla, bla, bla, puestas de manifiestos en las redes sociales. En particular por celebridades de color como Ice Cube. Quien en una reciente publicación en su cuenta de Twitter de una imagen donde unos ancianos blancos, con el marcado estereotipo judío, juegan monopolio apoyado en la espalda de varios hombres de color. Cabria nuestro derecho a preguntarle al Sr. Cube, cuanto de ese dinero le ha llegado a sus bolsillos como parte de su participación en la industria del entretenimiento, y que claramente ostenta a todas horas, en su forma de vida.
El abrumador silencio de la sociedad americana, solo roto por las organizaciones judías, lleva a concluir que lamentablemente América y los americanos no es distinta a las demás sociedades, pues es fácilmente influenciable por aquellos viejos pero vigentes fantasmas del antisemitismo, que ahora con ropas nuevas, levantan sus puños contra sus víctimas preferidas, los judíos.
Por último y para hacerle el favor a Sander y cumplir con parte de mi obligación, le dijo al viejo socialista de América; recuerda a Trotski y a Stalin, por más que quemes las enseñanzas de tus ancestros y reniegues de su D’os, para los demás siempre serás un judío, y solo eso. ¿Acaso no te lo dicho Farrakhan y Mallory?.
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